En esta sección incluiremos las preguntas habituales sobre el pie que, siendo difíciles de englobar en el campo de la podología y sus especialidades, tienen, sin embargo, un amplio eco. Como por ejemplo, ¿es correcto o no emplear un "callicida"?, ¿es lo mismo un callo que una dureza?, ¿qué soluciones existen al problema de la uña encarnada?. Todas ellas y algunas más que reflejan inquietudes, mitos populares o simplemente dudas comunes tienen cabida aquí.
Caminar es una actividad saludable en muchos sentidos ya que ejercita el sistema cardiorrespiratorio y músculo-esquelético del sujeto. Al hacerlo por la playa añadimos la mejora de la propiocepción y el equilibrio, pues lo hacemos descalzos y por un terreno que, a veces, es irregular. Sin embargo, debemos estar atentos al posible desnivel o pendiente de la zona por donde andamos, hecho que puede producir molestias en rodilla y cadera, así como a la dureza de la arena. Un firme demasiado duro, si tenemos el pie aplanado o con un exceso de puente, puede ser tan contraproducente, mecánicamente, como caminar sobre cemento.
En ambos casos estamos hablando de una hiperqueratosis, esto es, de un engrosamiento de la capa córnea de la epidermis. En algunos puntos de nuestra geografía y de manera coloquial, el callo designa una lesión circunscrita y bien delimitada mientras que la dureza refiere una más extensa de bordes difusos. Técnicamente hablamos de helomas cuando la hiperqueratoris tiene bordes bien delimitados y presenta, junto a su color amarillento o blanco-amarillento característico, un núcleo duro al que “coloquialmente” se le suele llamar “clavo”. Si el área interesada es más extensa, se suele hablar simplemente de hiperqueratosis o dureza.
No. Lo que sucede es que el engrosamiento de la capa córnea de la epidermis, cuando es circunscrito y bien delimitado, genera un núcleo duro que irrita los tejidos subepidérmicos. Ese núcleo puede ser retirado por el podólogo mediante el uso de medios mecánicos logrando un alivio temporal del dolor producido. Para lograr una solución a más largo plazo es preciso un estudio en profundidad de las causas que lo originan, tomando decisiones que implican tratamientos biomecánicos, bien mediante moldes de silicona o plantillas, o incluso realizando correcciones quirúrgicas.
Podemos decir que hoy en día sí. Las modernas técnicas de remodelación ungueal, en uno o ambos laterales de la uña afectada, nos permiten suprimir, total o parcialmente, la matriz de la uña y evitar que ésta crezca de nuevo en la zona en que se encarnaba. Se practican bajo anestesia local del dedo implicado y suelen tener, según técnica realizada, un postoperatorio corto y compatible con nuestras actividades diarias.
El pie es el órgano de nuestro cuerpo que, junto al resto de la extremidad inferior, está implicado en la locomoción. Sin embargo, esto no quiere decir que actúe aisladamente o no forme parte de la estructura general de nuestro organismo. Así, por ejemplo, juega un papel fundamental en el mantenimiento del equilibrio y la postura erguida por medio del sistema propioceptivo y nos informa, también, sobre afecciones generales: enfermedades reumáticas, diabetes, trastornos vasculares o circulatorios que pueden tener sus primeras manifestaciones de desarrollo en él. Examinar a fondo estas relaciones pie-cuerpo nos permite prevenir y tratar enfermedades pero, sobre todo, mejorar nuestra calidad de vida.
No sólo si eres diabético, también si sufres de alguna enfermedad reumática como artritis reumatoide, artritis psoriásica, espondilitis anquilosante, artrosis o simplemente osteoporosis. También si tienes problemas circulatorios como claudicación intermitente, fragilidad capilar o problemas de retorno venoso, ya que en todos estos casos el pie suele encontrarse afectado y es preciso el consejo profesional del podólogo para aliviar presiones en zonas de carga, incrementar la funcionalidad de las articulaciones y mejorar, de este modo, el estado general del paciente.
En otros tiempos era frecuente el uso de “callicidas” o incluso el de diversos ungüentos para tratar los conocidos popularmente como “ojos de gallo” o callos. Hoy en día constituye una práctica en desuso y cada vez menos extendida. La causa de esta mudanza es bien sencilla y radica en las frecuentes quemaduras que por uso indebido de callicidas se ven en los centros sanitarios. Su empleo está, por tanto, contraindicado. Sobre todo en personas con patologías de base como diabéticos o en quienes estén aquejados de problemas circulatorios.