El deporte es, actualmente, una parte insustituible de la actividad diaria de muchas personas. Realizado con diversos niveles de exigencia: profesional, semiprofesional o aficionado, debería ser siempre sinónimo de salud. Es por ello capital conocer la relación de las diversas disciplinas deportivas con los gestos que deben llevar a cabo nuestros pies, tanto para mejorar su rendimiento como para prevenir y tratar lesiones.
Por fascitis entendemos, etimológicamente, la inflamación de la fascia y por fascia plantar una estructura membranosa de tejido conectivo que se extiende, en forma de abanico, desde el calcáneo hasta más allá de las cinco cabezas metatarsales. Su función biomecánica es la de actuar como un “puente de tensión” encargado de dar soporte estático y dinámico al pie, absorbiendo y devolviendo la energía que producimos y recibimos en los sucesivos ciclos de apoyo-propulsión que configuran la marcha. Causas generales, pero mayoritariamente mecánicas, están implicadas en su inflamación siendo preciso establecer un diagnóstico preciso para afrontar su tratamiento.
El llamado “tobillo inestable” suele ser un motivo común de consulta en deportistas aficionados y profesionales. Especialmente frecuente en corredores, no es exclusivo de ellos y puede aparecer en otras disciplinas deportivas. El paciente generalmente refiere que “nota como se le va el tobillo” en alguna de las fases de la marcha: apoyo de talón, apoyo plantar total o propulsión. El estudio de los ejes de apoyo y el control de la inversión-eversión del pie con una plantilla personalizada suele ser fundamental en estos casos.
Los modernos calzados deportivos adecuan ambos parámetros a la disciplina para la que están diseñados. Sin embargo, y en función a los distintos deportes, es preciso tener en cuenta otras circunstancias como el agarre o “grip” de la zapatilla, su capacidad de flexión y torsión, resistencia a los agentes atmosféricos, etc. Adecuar el tipo de calzado a la disciplina es fundamental, pero lo es aún más saber si nuestro pie es, por morfología y dinámica, un buen candidato a ejercitar el deporte que hemos elegido.
Todo desgaste irregular, no simétrico o fuera de los niveles normales de tolerancia en nuestro calzado nos está hablando de un desequilibrio que puede o no estar relacionado con una patología. Analizar el gesto deportivo de nuestro pie y conocer como este se traduce en el normal desgaste del calzado es capital para tratar situaciones anómalas.
Dentro de un tratamiento personalizado con plantillas es importante conocer la disciplina deportiva que desempeña su usuario para adecuar diseño y materiales a la misma. Los modernos materiales nos permiten combinaciones distintas para cada caso concreto y en función al estudio de la huella del sujeto, su gesto deportivo y el nivel de rendimiento buscado, resolver de un modo personalizado cada caso concreto.
El gesto deportivo o más en concreto el gesto técnico deportivo, se compone de una serie de movimientos encadenados que se ejecutan con un objetivo final, por ejemplo golpear una pelota o recorrer una distancia. Implican repetición continuada y comprenden un elevado número de estructuras musculoesqueléticas trabajando armónicamente para lograr un objetivo. Es por ello importante conocer los gestos propios de cada disciplina deportiva y en función a esto mejorar la eficacia y eficiencia de los propios.
En 1956 los profesores Arandes y Viladot demostraron que el triceps sural, que termina en el tendón de Aquiles, tenía una continuidad funcional en el calcáneo y en la aponeurosis plantar. Biomecánicamente esto se traduce en dos brazos de palanca, el tendón de Aquiles y la aponeurosis plantar, cuya resultante coincide con el eje mayor de la tuberosidad del calcáneo. Este sistema esta implicado en la flexión plantar del pie y su disfunción puede aparejar distintas patologías como la fascitis plantar, la formación de espolones calcáneos, la rotura parcial de fibras del tendón de Aquiles, las calcificaciones en el recorrido del sistema, etc.