Nuestros hijos ya no son unos niños. Van perfilando sus actividades deportivas y de ocio. Nos interesa saber cómo están completando, en la adolescencia, su desarrollo locomotor y la proyección que su tipo de pie tendrá en la etapa adulta. Es el momento de desarrollar un pensamiento crítico sobre hábitos saludables.
El uso de un calzado tan específico como el deportivo para todo tipo de actividades se ha generalizado entre la población adolescente. Este hecho debe revisarse en cada caso concreto pues tiene consecuencias distintas según cada individuo: exceso de sudoración, zonas de roce o presión no fisiológicas, falta o exceso de amortiguación en puntos concretos, incompatibilidad de la piel con ciertos materiales, alteraciones de la huella y la pisada, etc.
Ocurre con frecuencia que algo tan banal como un incorrecto corte de uñas, el pisotón de un compañero de juegos o el roce excesivo del calzado, terminan por producir un cuadro inflamatorio-infeccioso que no podemos resolver por nosotros mismos. Es importante acudir entonces a consulta para resolver la situación y recibir la información necesaria para que estas circunstancias no se repitan en el futuro.
Naturalmente. Nuestros hijos ya se han decantado a esta edad por uno o varios deportes en concreto. Es el momento de realizar un estudio de su pisada, de ver la relación de ésta con el resto de elementos implicados en su locomoción: tobillo, rodilla y cadera, así como de aconsejar el calzado más apropiado para cada deporte mejorando el gesto deportivo de sus pies. De este modo potenciaremos su rendimiento, evitaremos lesiones y conseguiremos más salud.
En ocasiones si. Las plantillas son dispositivos que nos permiten alinear o posicionar estructuras para que el gesto del pie sea más eficaz y también más eficiente. El mejorar las alineaciones en la extremidad inferior, lograr una mejor adaptación del pie al calzado por medio de una plantilla personalizada o incrementar los parámetros de amortiguación-propulsión son aspectos a considerar siempre en estos casos.
La adolescencia es una etapa de cambios constantes. Hay variaciones hormonales y mayor exposición a ambientes húmedos como piscinas, vestuarios, zonas de ducha o de recreo que facilitan la instauración de patologías en piel como las micosis. El conocido como “pie de atleta” se expresa mediante una piel agrietada, descamada y macerada en los espacios interdigitales o en al planta. Otros síntomas pueden ser piel enrojecida, picazón, escozor o ardor. Tras un correcto diagnóstico se puede instaurar el tratamiento farmacológico más adecuado.
Al igual que conocer nuestro tipo de pie y nuestra pisada permite adecuar nuestro calzado y actividades, el saber nuestro tipo de uña y su relación con los tejidos que la rodean nos ayudará a cortarlas correctamente. Son normas sencillas que, junto algunos consejos en el transcurso de una revisión general, evitarán problemas futuros ganando en salud.
Hongos y papilomas son patologías comunes en la adolescencia. Su tratamiento parte de un correcto diagnóstico y también de que el podólogo nos informe sobre posibles vías de contagio y medidas preventivas. Uno de los objetivos en estos casos es que la erradicación de estas lesiones no interfiera con las actividades diarias: escolares, deportivas y de ocio del paciente.