Desde que en 1954 Hicks publicara el artículo: “The mechanics of the foot II. The plantar aponeurosis and the arch” (J. Anat, 88 (1954), pp. 24-31) siempre que nos referimos al funcionamiento biomecánico del pie reparamos en el tándem formado por la fascia plantar y su mecanismo de windlass asociado. Sin embargo, en 2014 este concepto se vio completado por otro escrito capital, obra de Kevin Kirby: “Foot and lower Extremity Biomechanics IV: Precision Intricast Newsleters, 2009-2013” que sostiene que “…el arco longitudinal tiene un sistema único de reparto de cargas compuesto por cuatro capas: la fascia plantar, la musculatura intrínseca plantar, la musculatura extrínseca plantar y los ligamentos plantares”.
Estos cuatro elementos, en conjunción con sus partes óseas relacionadas, trabajan sinérgicamente para incrementar la rigidez del arco longitudinal durante las actividades que impliquen carga. Así, tal y como veremos en este artículo y los siguientes: “Mecanismo de reparto de cargas en el arco plantar (II) y (III)”, el pie intenta comportarse como una estructura locomotriz con un doble objetivo. El de adaptar su morfología a las irregularidades del terreno y el de modificar su rigidez de acuerdo a las distintas fases del ciclo de la marcha o las diferentes solicitaciones a que se ve sometido en un momento dado.
Dentro de los elementos que permiten este doble propósito de adaptabilidad del pie, en conjunción con rigidez variable, se encontraría el “Sistema de Reparto de Cargas en el Arco Plantar” (LALSS por sus siglas en inglés: Longitudinal Arch Load-Sharing System) descrito por primera vez por Kevin Kirby y del que vamos a hablar a continuación.
Biomecánicamente, podríamos entender por sistema “aquel conjunto de mecanismos que tienen capacidad para actuar conjuntamente en el logro de un fin concreto”. En ocasiones cada uno de los mecanismos cumple una función especializada y el conjunto de ellos logra un fin superior y en otros, como el que nos ocupa, cada mecanismo realiza, de diferente manera, la misma función lográndose, de este modo, que a pesar de fallar uno de ellos se asegure la función final del sistema.
Entre los mecanismos implicados en este “Sistema de Reparto de Cargas en el Arco Plantar” podemos citar, según su modo de trabajo:
Los huesos del pie y sus respectivas articulaciones configuran el marco estructural del arco longitudinal plantar. Así, el retropié (astrágalo y calcáneo) se plantarflexiona, respecto al suelo, cuando el arco longitudinal plantar se aplana y se dorsiflexiona, también respecto al suelo, cuando el arco longitudinal se eleva. En cuanto al antepié (escafoides, cuboides, cuneiformes y metatarsianos) se dorsiflexiona, respecto al retropié, cuando el arco se aplana y plantarflexiona, también respecto al retropié, cuando se eleva.
Este marco estructural supera el modelo arquitectónico de arco cerchado “Mecanismos de Truss Arch y Windlass (I), (II) y (III)” explicado en anteriores artículos, ya que aunque los huesos que conforman el arco plantar se encuentran sólidamente unidos entre sí por sus articulaciones y ligamentos pueden, al contrario que en una cercha clásica, desplazarse, aunque sea mínimamente, unos respecto de otros. Esta capacidad permite que el arco pueda variar su luz (distancia de antepié a retropié) y su flecha (distancia del suelo al ápice del arco) siendo una estructura de conformación variable.
Sin embargo, el arco óseo por sí sólo no es suficiente y colapsaría en situaciones de carga sin el concurso de los elementos que trabajan a tensión: fascia plantar, musculatura intrínseca plantar, musculatura extrínseca plantar y ligamentos plantares. Estos elementos aportan rigidez variable al marco óseo del arco. Veamos en el siguiente artículo “Sistema de reparto de cargas en el arco plantar (II)” cómo funcionan conjuntamente.
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